El deporte tiene esas cosas. Que 40 minutos se resumen, a veces, en un segundo. Que la vida te pasa por los ojos y en el fútbol, un sinfín de sensaciones te bailotean en la retina cuando agarrás la pelota. Mucho de eso sintió Lucas Bolo, cuando la redonda se le rindió a los pies a la salida de un córner: levantó la cabeza, no una, dos veces. Vio el hueco ahí, entre el palo y la figura del arquero rival que se agigantaba. Sacó el guante: la cara interna de su pie zurdo, y la colocó en el ángulo inferior. Grito tímido, como si te desahogaras millones de nervios.
En un segundo.
En un grito.
El gol fue un antes y un después de un partido que tuvo dos polos antagónicos. El principio del partido fue muy trabado, sin que ninguno de los dos equipos pudiera crear situaciones netas de gol. La más clara había sido para San Lorenzo, con un remate de afuera del área de Quintairos que se estrelló en el palo. El gol quebró la historia: obligó a 17 de Agosto a ir por el empate y al Ciclón a calzarse el overol y trabajar. Perfecta defensa en rombo del equipo de Ruscica y superlativa actuación de Steccato, que tapó todo y, sobre el final, contuvo una sexta falta de forma brillante. El gol de Bolo alcanzó y, lo demás, fue pura actitud de San Lorenzo que se trajo tres puntos importantísimos a casa.
Con este triunfo, el Ciclón sigue siendo el único líder del campeonato y estiró a 13 los triunfos al hilo. Tanto desde los números como desde el juego, el momento de San Lorenzo en parquet es brillante.
Y ahora hay por delante otra ilusión: el jueves, en horario a confirmar, los Cuervos enfrentarán a Ferro por los cuartos de final de la Copa Argentina.