Presionar adelante o atrás. Correr y meter. O que Edu Villalva baile por encima de la redonda. Tirarse al piso: para ganar un lateral o para empujar un pase a la red. Saltar: para cabecear un córner o para estar un centímetro más cerca del cielo. San Lorenzo en parquet es un equipo todoterreno, polifuncional y muy versátil. Sabe adaptarse a cada fracción del partido, no para de acumular triunfos y cada vez juega mejor.
El encuentro con Ferro fue una muestra clara. Un primer tiempo presionando alto, teniendo la pelota y jugando en alto nivel. Una segunda mitad más difícil, con menos juego y más corazón. Un triunfo más. 14 consecutivos. Y un sueño que cada vez está más cerca.
Un bombazo de Bolo, rasante, inatajable al palo derecho del arquero. Una jugada de lujo de Villalva para que Vargas le diera el toque final a la red. Un disparo desde campo propio al ángulo superior izquierdo de Stazzone. Tres gritos. Tres golazos para cerrar una primera mitad casi a la perfección. En el segundo tiempo, una avivada de Baisel puso el 4-0 en el marcador, pero Ferro acusó el golpe y empezó a descontar hasta ponerse a tiro del empate. Ahí, el equipo de Ruscica sacó a relucir el corazón: luchó, defendió la ventaja y se trajo el triunfo y la clasificación a Boedo.
En la semifinal, el Ciclón enfrentará al ganador de Independiente y Arsenal (día y horario a confirmar). Pero antes hay un compromiso por el torneo doméstico: el domingo, desde las 19, San Lorenzo recibirá a River en el Polideportivo Boedo.
Y al fin y al cabo, lo importante del camino es que te conduzca a tus sueños.