Una medalla de bronce que reúne muchas sensaciones. Por un lado el gusto agrio de no quedarse con el título, que es lo que siempre un equipo va a buscar. Pero por otro, esa sensación de haber dado todo. Y de haberle robado una sonrisa a Ushuaia con gambetas de Rodríguez, con goles de Vidal, con voladas de Steccato o con muestras de entrega de Stazzone. La pasión azulgrana llega hasta el fin del mundo y, en este caso, la camiseta volvió a ser bien representada.
Con la derrota ante La Ñata se escapó la posibilidad de ser campeón, pero al Ciclón le quedaba un partido más y en el Cochocho Vargas, se despidió con una sonrisa: fue 3-1 ante Gimnasia con goles de Bottini, Quintairos y Vargas. Ruscica apostó por muchos de los jugadores que no vienen siendo titulares, trató de tener la pelota y de ser lo más contundente posible a la hora de llegar al arco rival. El primer tiempo cerró 2-0 gracias a los goles de Bottini y Quintairos, de sexta falta, con una dominación azulgrana absoluta. En la segunda mitad, el Lobo achicó la diferencia, puso arquero-jugador e, incluso, descontó pero en la última del partido Dylan Vargas no perdonó: comandó un contraataque a pura pisada y cuando enfrentó al arquero empujó la pelota despacito a la red. La chapa se fue 3-1.
El jueves, aún con horario y sede a confirmar, queda el último paso de San Lorenzo: enfrentará a Villa La Ñata, campeón de la Liga Nacional, para definir quién obtiene la clasificación a la Copa Libertadores.
¡Un paso más! ¡Vamos, Ciclón!