Son las 17.45 de un día, que bien podría ser cualquier día de hace muchos años. El sol cae de costado y entrega algunos ápices de sombra afuera de una cancha de futsal. Lucas le hace un chiste a Gabriel y lo acompaña de una risita molesta que busca complicidad en alguien más, mientras que Gabriel, sin soltar ni un sonido, espera un retruque ganador. Una respuesta eterna que durará hasta la próxima broma. Hasta la próxima revancha. Si los viera mamá Teresa diría que Lucas es el más bravo. Pero por sobre todas las cosas, si los viera papá Daniel a través de unos ojos seguramente brillosos, se daría cuenta que éste, en realidad, no puede ser cualquier día. Es acá y ahora. Con su hijo Gabriel, el mayor, siendo ayudante de campo en el cuerpo técnico del equipo de futsal de San Lorenzo, y con Lucas, el más chico, una pieza clave de un plantel que ya tiene seis títulos en su vitrina. Y que elige, día a día, estar acá: donde el sol cae de costado y la vida trascurre en la misma sintonía que en las tardes de Tablada, de muchos sueños atrás.
"Tener a mi hermano acá es muy lindo. Nos identifica un sentido de pertenencia muy grande por la institución porque venimos de una familia repleta de Cuervos. Y además, cuando entrás al vestuario ya te contagiás de ese amor por el club que está presente en todos los compañeros", explica Lucas Bolo. "Si bien toda la familia era hincha del Ciclón, de chicos no éramos tan fanáticos. Cuando llegamos acá nos cambió la vida: San Lorenzo es uno de los grandes del fútbol argentino pero nunca perdió la esencia del barrio, la cercanía con el hincha, el cariño de toda la gente que lo compone... Son valores que el deportista lo siente todo el tiempo. Cuando entrás, te enamorás...", cuenta Gabriel, que antes de llegar al cuerpo técnico jugó siete años en la institución.
En cuanto a lo deportivo, San Lorenzo ya cuenta con dos semanas de entrenamiento después de seis meses con prácticas vía zoom. Por protocolo, se dividen en tres grupos que se entrenan bajo las órdenes técnicas de Luciano Antonelli en primer lugar, Gabriel Bolo en segundo y Facundo Ruscica en el último turno. "Se notó al plantel muy contento por volver, si bien todavía está la incertidumbre de cómo se competirá, se mantienen las ganas y las ilusiones de principio de año. Durante la cuarentena priorizamos la parte psicológica de los jugadores para que puedan tener el apoyo que necesitaban. Ahora, es tratar de sumar ritmo de a poco y llegar lo mejor posible a la reanudación de la competencia", explicó Gabriel.
Por su parte, Lucas suma: "Con el correr de los días nos fuimos soltando más, sumando masa muscular, efectividad en los pases y eficacia en los remates, que es fundamental para los que practicamos este deporte. El próximo paso de los entrenamientos es agrandar las burbujas para complejizar los entrenamientos y poder recuperar ese nivel que nos llevó a ganar todos los títulos que tenemos".
A partir del lunes, San Lorenzo amplió los grupos de trabajo y quedaron divididos en dos: por un lado trabajarán: Steccato, Forestiero, Stazzone, Taliercio, Menzeguez, Del Rey y Marteletti y, en el segundo turno, Benyik, Cardare, Martinez, Amabile, Forestier, Rodríguez, Vargas y Bolo.