Una injusticia. Porque San Lorenzo mereció más, muchísimo más. Si hubo un equipo superior en esta serie ante Atlético Mineiro, por juego y propuesta, sin dudas fue el 11 del Pipi Romagnoli. Pero –como suele decirse– el fútbol tiene estas cosas: los brasileños aprovecharon una pelota parada, convirtieron y pasaron a los cuartos de final de la Conmebol Libertadores.
San Lorenzo dominó desde el arranque, con presión, buena circulación de pelota y llegadas. A los 23 minutos, intentó Irala desde media distancia, y su remate pasó cerca. Y sobre el final del primer tiempo, Leguizamón reventó el travesaño, con un zurdazo espectacular que casi se cuela en el ángulo. ¿Mineiro? Nada. El Ciclón le cortó todos los circuitos y el MRV Arena permanecía preocupado y en silencio.
En el complemento, el trámite no se modificó. Por el contrario, San Lorenzo incrementó su dominio, y Reali hizo de las suyas sobre la banda izquierda, desequilibrando siempre. Pero faltaba el gol. Y lo tuvo Cuello, a los 17, un mano a mano que tapó el arquero. Y justo después de esa jugada, dos minutos más tarde, vino el 1-0 de Mineiro.
El Ciclón sintió el golpe, lo fue a buscar, pero ya no logró hilvanar el mismo juego. Para peor, el partido estuvo demorado por serios incidentes con el público de San Lorenzo, por represión policial. Los gases lacrimógenos hasta llegaron al campo de juego y afectaron a los futbolistas. Inaceptable todo.
Injusto resultado. Por lo realizado tanto en la ida como en la vuelta, San Lorenzo hizo los méritos para lograr el pasaporte a cuartos. Ahora, a levantar cabeza rápido. Y a pensar en el domingo, cuando nos visite Talleres, por el torneo local.